domingo, 9 de octubre de 2016

Salida

Le hice caso y salí.
La casa quedaba calentita y vacía tras el portazo.
Fue sin querer, fue la ansiedad de llegar.
La fiesta no estaba guay. 
El dj era el mismo de la tarde y pinchaba para menos gente. Pero las luces me engatusaron y entré hasta el final.
Los encontré aplastados en un sillón con dos teléfonos celulares entre las manos. Me dijeron que esperaban el llamado de un amigo pero se les había acabado el crédito. 
Él rompió la tarjeta y se lo cargó. Ella me pidió un cigarrillo. Luego dijo que vivía al final del pirulín y me pidió fuego para fumarlo hasta que viniera Damason
Él tenía una máquina, pinchaba bien y esa noche iba a tocar a no ser por la putada que sucedió. Se habían llevado los platos.
Al rato se cortó la luz como dos veces seguidas. 
Quise irme.
Me invitaron unas caladas pero sin frío. Qué rico, pensé.
La música empezó a molar como la gente que iba llegando lentamente.
El humo aumentaba igual que los pelos extraños en caras antiguas.
Demasiado por esta noche.
Como mis ojos estaban cansados de tipear un mail que nunca supe si llegó, me levanté del sillón, me puse el oso violeta y asalté el frío de Fuencarral a casa.

Anhelos

Tampoco me preguntes qué te quise decir

porque nunca te quise decir nada

¿No eras parte del misterio de los tiempos?

¿No eras como la primera gota de aire?

Entonces llegabas en las noches 

me cantabas al oído los sueños que deseaba


Nunca más escuché esa canción

Liberar

No estaba mal una dosis de injusticia

El corazón descansaba de las ansiedades de la mente